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De carteles

Es corriente encontrarse en caminos y cruces carteles indicando cañadas, corredores, senderos,...

Desgraciadamente, no es tan corriente, casi imposible, que dicha información esté accesible previamente a disposición del usuario, para poder preparar un recorrido por dichos caminos, que han supuesto una inversión, casi invisible, pero generalmente millonaria, de fondos públicos.


Corredores verdes metropolitanos, red de vías pecuarias de Andalucía, senderos locales promovidos por municipios,... existe una gran diversidad de vías publicas para encontrarse con el campo y la naturaleza. Pero ¿realmente tiene utilidad dichos carteles, la mayoría en estado deplorable, deslabazado, y totalmente descoordinados entre sí? ¿Tiene utilidad ir por el campo y conocer que hay que estás rodando por una Vía pecuaria denominada las Plateras, y no poder encontrar en tu casa prácticamente ninguna información sobre dicha vía pecuaria ni la manera de enlazar con otros caminos?


En este caso, la cartelería forma parte de la red de Corredores Verdes Metropolitanos de Sevilla. Si algo caracteriza dicha red, posiblemente sea su abandono por parte de la administración que la ha propuesto y su desconocimiento por parte de la sociedad.

Y posiblemente dicha red de corredores verdes, herencia de décadas del anterior gobierno andaluz, tuviera una gran utilidad como sumidero de fondos públicos,... en este caso cerca de dos millones de euros, para señalar unos caminos que ya existían, y que seguirán existiendo sin necesidad de señalarlos.


Mejor resultado tendrían esos dos millones de euros si se hubieran utilizado en una política de promoción ejemplar, no basada en la clásica señalética.


Para carteles, puertas y corredores, el medio rural ya dispone de buenos ejemplos tradicionales, que hacen que cualquier camino en si un reguero de sorpresas.


Desde puertas que dan la impresión de dar a parajes abandonados, que sin embargo dan paso a modernas fincas fuente de empleo y riqueza en nuestros pueblos.


Hasta citas de la biblia que dan de pensar sobre si lo realmente importante no está fuera sino dentro de uno, mientras caminas entre cultivos.


Ya en los alrededores de Alcalá de Guadaira, nos encontramos con estos azulejos, prácticamente centenarios, que señalan lo que fue la finca del Torrondo, junto al Río Guadaira, lugar de esparcimiento de los panaderos, gentilicio común de los alcalareños o hienipenses, aunque también hay que decir que después de la romería, que se celebra todos los años, suele quedar muy perjudicado.

En fin, mejor invertir en un buen entorno, sombras y adecentar entradas y salidas urbanas, que en carteles y políticas de gasto incontrolado que, en mi opinión, han servido en demasiadas ocasiones, únicamente para regar voluntades y bolsillos.


21 de julio de 2020

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