Su caserío es una edificación regular de grandes dimensiones organizada en torno a un patio, en muy buen estado de conservación, lo que permite identificar todas sus dependencias originales principales. Según una tendencia general en este tipo de edificios, las dependencias agrícolas se han ido reduciendo, mientras las residenciales se han expandido.

La fachada está centrada por la portada, con el nombre de la hacienda, Benagila, y coronada por un anagrama mariano flanqueado por volutas. A sus lados se desarrolla una crujía en doble altura, que en origen sirvió de cuadra en la planta inferior, hoy es la vivienda del casero, y de granero en la superior, a la que se accede desde el patio por una empinada escalera. El patio está cuidadosamente empedrado y centrado por una solera y un rulo. La crujía a la izquierda, de una sola altura y articulada por una sucesión de arcos, fue en origen la gañanía, con el acceso primitivo desde el exterior del edificio. En la actualidad se ha convertido en viviendas y comunicado con el interior del patio. Ante cada pilar de esta arcada se ha situado una columna rústica de piedra, quizás proveniente de alguna dependencia desaparecida ¿¿un tinao?¿. En el fondo del patio se erige el señorío, que se abre tanto al interior del edificio como al campo; es de doble altura y lo remata un gran mirador. Flanqueando la vivienda señorial hay otros dos patios menores, a los que se accede a través de sendos arcos.

En Benagila destaca en especial la almazara, que por su configuración podríamos denominar exenta, algo parecido a lo que ocurre, por ejemplo, en la Hacienda de Clarevot, también en Alcalá. Efectivamente, en esta ocasión la fábrica de aceite es una maciza aunque corta nave, con faldones de teja desiguales, prácticamente aislada del resto del edificio y rematada por una pesada torre de contrapeso coronada por una pequeña espadaña.

Fuente: Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Consejería de Educación, Cultura y Deporte.